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Archive for the ‘Les Mentettes’ Category

There’s something about Jonathan…

abril 26, 2010 Deja un comentario
20.15: termino apuradísimo el texto para Les Mentettes, a sabiendas que en una hora tocan como teloneros de Jonathan Richman.
20.50: Agarro el auto y enfilo para el Salón Real, entusiasmado por verlo a Richman. Calculo que va a despertarme algo, que puede dar con la genialidad de la locura.
21.15: Llego justo para las mentas y su orquesta. Me ponen una pulserita muy elegante de prensa, con la tipografía del evento, un muy bonito detalle. Camino por ahí buscando algún conocido. Seba aparece justo antes de que me angustie por tener a quien saludar o dirigirle la palabra. Negociamos lo de «Amigos de lo ajeno», me entusiasmo y e intento agendar mentalmente comentarlo con Fran para ver qué hacemos.
21.40: Entra un mensaje de texto de Martín, avisando que viene. La soledad va en detrimento, voy dejando la necesidad de colgármele a hablar a cualquier conocido hasta espantarlo.
21.55: Me los cruzo a Tomi y a Font, los saludo por el show, y me cuentan un par de anécdotas demasiado alarmantes sobre Richman. No sé si esperarme algo genial o terrorífico de un tipo al que cuando le hablás te responde por escrito, ponele.
22.15: Martín llega justo sobre la hora, y entramos ni bien Jonathan sale a escena.
22.20: Van dos temas y justo cuando no sé si lo que estoy viendo me copa o me indigna, cae Gus. El hecho de que él también esté pululando se traduce a otro poco más de compañía.
22.30: La gente le festeja TODO a Richman (las canciones en italiano, las baladas en un español chapucero, los bailes ridículos, su sonrisa rallana a la debilidad mental), y con Gus no entendemos nada. De a ratos me indigno con el show, por momentos encuentro algo que me copa.
22.40: Seba aclara que no le hace reír, pero que le resulta divertido. A mí deja de causarme gracia, pienso que tiene un solo yeite (el baile y los pasos casi epilépticos) que se agota al poco tiempo. Pienso que es como ir a ver a René Lavand al teatro: va a estar hora y media en escena y no te va a hacer otra cosa más que trucos con el mazo de cartas. Nada de hacerte desaparecer un tigre, o cortar a un mina por la mitad con la sierra eléctrica. Solo va a decir cada 5 minutos «más despacio no se puede hacer…».
22.45: Creo que toca Pablo Picasso cantada en español.
22.55: Martín me aclara que lo que acababa de sonar era Egyptian reggae, pero ni cuenta me di. Salimos a fumar un cigarrillo para dejar que los sentimientos se enfríen un poco.
23.00: Le comento a Gus lo de «rallano a la debilidad mental». Se ríe, me lo festeja y promete usarlo en su newsletter citando fuente. Apunto mentalmente lo prometido.
23.20: Termina el show, Gus intenta en vano convencerlos a Font, De Caro y demases de irse para Ultra. Me hace extensiva la invitación, previas escalas en Güerrín y La Giralda, y acepto.
01.00: Llegamos a Ultra, piso la Belle después de mucho tiempo. Muchas caras desconocidas salvo Pato, Guille y Diego. Me quedo charlando con Guille en la caja, ayudándolo a cobrar para combatir el sopor.
01.40: Gus me propone ir a Guebara. El dueño del lugar, cansado de su propia fiesta. Accedo y sugiere que nos llevemos una botella de whisky, lo saco cagando.
02.20: En las inmediaciones de Guebara es imposible estacionar. Damos vueltas hasta que pasamos por la puerta de otro bar de un amigo suyo, y hacia allí encaramos. El ambiente me desconcierta: algunos pocos parroquianos, Blur de fondo y en la pared afiches de dos recitales (Joy Division en Manchester y Charly García en NYC presentando «Cómo conseguir chicas»).
02.40: La charla con Gus, Pepe y Mariano (parroquiano y dueño del lugar, respectivamente) no sale de temas de política y empiezo a hincharme un toque las bolas.
02.55: Salgo a atender una llamada y fumarme otro cigarrillo, atónito de haber caído en la misma noche en dos lugares en los que no se puede fumar adentro, y la gente lo respeta sin chistar. Tanta prolijidad me hace sentir europeo, primermundista. En el medio de la llamada, aparece un flaco preguntando por Plaza Dorrego. Al estar a dos cuadras de la Plaza, adivino sus intenciones. Lo guio, me pide un peso. Le doy dos, me pide tres y avanza. Cierro el teléfono, saludo con amabilidad simulando mi huida, y entro de vuelta en el bar. Dejo de sentirme europeo y primermundista.
03.15: Decido irme, lo saludo a Gus, le pago a Mariano (que me cobra una cifra irrisoria) y el guacho demora mi partida volviendo a la charla sobre el gobierno, el monotributo y sobre cómo debería estar el dólar.
03.40: Llego a casa, me tiro en la cama a ver un capítulo de Dr. House y me quedo dormido a los diez minutos.
16.50: Salgo a comprar cigarrillos y al momento de pagar me doy cuenta que todavía sigo con la pulserita puesta. La miro y me quedo pensando… tal vez después de todo el show SÍ me generó algo y amerita que escriba alguna cosa en el blog…